Una estrella en la oscuridad, CRÍTICA
IRATXE DE ARANTZIBIA/ DANZAHOY
Conmemorar el centenario del estreno de la primera versión de “El amor brujo” –Teatro Lara de Madrid, 15 de abril de 1915– fue la iniciativa que el Teatro Real de la capital española llevó a cabo, a medio camino entre los últimos días del año recién expirado y los primeros de este reluciente calendario. Víctor Ullate fue el elegido para semejante tarea, para la que realizó una nueva versión de la primigenia coreografía estrenada por su compañía en la Maestranza de Sevilla, el 28 de mayo de 1994. Gran reto para el zaragozano revisitar un trabajo suyo con dos décadas de existencia y, a la par, ofrecer una producción de gran factura en lo técnico para un magno escenario como es el Teatro Real de Madrid. “El amor brujo” narra la historia de amor entre Carmelo y la gitana Candelas, perseguida por el espíritu de José, su antiguo novio. Para librarse del espectro y sabedor de su gusto por el coqueteo, Carmelo trama una argucia: anima a Lucía a seducir al difunto, momento en que los amantes sellan su amor con un beso que desarma el sortilegio.